sábado, 21 de enero de 2012

HADAS VERSUS ANGELES...


La mitología de la que nacen las hadas y aquella de la que proceden los ángeles son dos cosmovisiones contrapuestas. No son mitos equivalentes alterados tan sólo levemente por el paso de una cultura a otra. Por el contrario dijéramos que son tan antitéticos como el fuego y el agua. Cada uno representa una visión del mundo metafísico tan diferente que resulta casi imposible hallar verdaderos puntos de encuentro, salvo si desconocemos la esencia de cada una de estas mitologías y por tanto en nuestra ignorancia podemos erradamente confundirlas0




En las mitologías abrahámicas (judíos, cristianos y musulmanes) existe un único Dios, que se halla en un lugar superior, llamado el Cielo (nombre copiado de religiones paganas, por cierto), desde el cual descienden los ángeles hasta este mundo inferior llamado la Tierra. Vemos claramente en esta concepción una cosmovisión vertical de la realidad, un universo entendido y ordenado por pisos donde el Dios único habita sólo arriba, rodeado de sus ángeles, y los humanos vivimos en el piso de abajo. Satanás, por supuesto, vive en el sótano.
Ángel solar de las religiones monoteístas abrahámicas, servidor, representante o mensajero del dios único patriarcal, un dios celeste justiciero separado de su creación. En la imagen se quiere representar al famoso ángel solar Metratrón, vestido al estilo clásico grecorromano, pues los ángeles iconográficamente siempre se les representa así.



Frente a esta visión de la teología abrahámica descubrimos otra completamente opuesta, contraria en sus bases y en su esencia, y es la mitología ancestral de las hadas. Estos seres mágicos son los hijos/as de la Naturaleza, la personificación de sus distintos campos y planos de conciencia. Las hadas no descienden del cielo sino que ascienden desde el interior de la Tierra, la Madre Tierra, la antigua Diosa. Las hadas no bajan desde las nubes sino que ascienden al mundo a través de los agujeros de la tierra, es decir las fuentes, los arroyos, los lagos, los fondos marinos, las cavernas, etc.
Las hadas no proceden de un piso superior (donde habita el Dios único de los abrahámicos) sino de un mundo interior, una realidad o mundo paralelo que se halla oculto dentro de éste. La Naturaleza es la fuente de la que proceden las hadas y demás seres mágicos, representantes de una realidad viva cuya conexión hace tiempo que perdimos. En nuestra concepción actual el mundo tangible está muerto, la materia está muerta, es un mero polvo animado circunstancialmente por las almas que el Dios celeste crea y hace encarnar en la materia.
En cambio las hadas nos revelan que el mundo es un lugar absolutamente vivo, que nada hay muerto, que la vida se extiende por todos los rincones, desde los árboles a los átomos, desde los humanos a las humildes piedras. La vida es una mágica Red que abarca todo lo creado. No hay arriba ni hay abajo. No hay un cielo ni un infierno. Hay distintos planos paralelos, hay mundos sin fin; no hay universo sino poliverso; no hay un infierno eterno ni un mal absoluto, no hay ángeles de luz y demonios de oscuridad.
La Naturaleza es la expresión de la Vida, un ente cósmico infinito ajeno al tiempo, que se extiende en forma de red que lo abarca todo, espacio y tiempo sin límites. A esa Red de Vida los antiguos la llamaron la Diosa, la Gran Madre. Ella se desdobla en infinitas conciencias, algunas se convertirán en almas humanas, otras en espíritus de la naturaleza. Cuanto mayor es su conexión con la Diosa, mayor es su magia y su conciencia.
Las hadas nos vinculan con los secretos de la naturaleza y con el mayor secreto de todos, la existencia de la Diosa Eterna. Pero la humanidad comenzó a olvidar esta conexión, perdimos la percepción de la Red de Vida, y empezamos a creer en dioses superiores descendidos del cielo, primero en su forma de politeísmo y luego en el actual monoteísmo.
Las hadas manifiestan el aspecto femenino de la Diosa, pero en realidad esa Red de Vida mágica se desdobla en una polaridad creadora masculino-femenina de la cual todos coparticipamos. Por ello algunas religiones como la Wicca hablaron siempre de la Diosa y el Dios de la naturaleza. Los celtas representaron una cultura que fusionó muy bien esta cosmovisión con la nueva visión politeísta. Los múltiples dioses y diosas celtas cuadran perfectamente con la hadalogía, pues son deidades equilibradas, polarizadas e integradas con la naturaleza y su magia interna.
Al principio las religiones egipcias y babilónicas también supieron acertar en una correcta fusión de sus divinidades con la de la Diosa Eterna, pero conforme pasaron los siglos estas civilizaciones evolucionaron y se fueron apartando hasta llegar al politeísmo patriarcal e incluso el monoteísmo. Luego llegarían las religiones asírias y persas, con su mundo dividido en dos principios opuestos de Bien y Mal. Y posteriormente el monoteísmo actual.
Es preciso reconocer que el mundo mágico de las hadas es una definición que nos llegó a través de la cultura celta, que fue quién mejor lo supo recoger mediante coloridas leyendas y sugestivos y mágicos relatos. Esa visión de las hadas existió en todo el planeta pero desapareció sin que nadie nos la pudiera transmitir cuando llegó nuestro mundo. Algo quedó en Oriente, pero en Occidente, en Europa, tuvimos la suerte de que la cultura celta recreó ese mundo a través de una maravillosa visión de seres mágicos y seres divinos que aún inspira nuestra imaginación.
Luego la literatura cristiana medieval recogió los restos de esta bella tradición, humanizó a las hadas y a los dioses celtas, convirtiéndolos en personajes de una literatura que todavía hoy es atrayente para muchos, como las sagas irlandesas o los relatos artúricos y grialianos.
Los famosos ángeles son entes celestiales de mente estrecha, partidistas, moralistas, represores, servidores del dios único y descienden del cielo. En cambio las hadas son seres de ilimitada libertad moral, defienden a la tierra de la que proceden, habitan las aguas y no las nubes, las cavernas y grutas y no el cielo, no reprimen sino que estimulan desarrollemos todas nuestras dormidas capacidades. Las hadas no descienden a través de una escalera celestial sino que debemos agradecer asciendan desde las entrañas de la mágica tierra hasta nuestro ordinario mundo. Ellas cohabitan con las hermosas plantas y los lugares donde hay agua que fluye. Son las hijas de la tierra y el agua, aunque también pueden viajar con el viento. Raramente con el fuego (salvo que este lo entendamos como transmutación o amor).
Las hadas prefieren la tenue luz a la luz cegadora del sol. Se las puede percibir en los crepúsculos (tanto matutinos como vespertinos) o en las sombras de un bosque, cerca de algún riachuelo cantarín. Las hadas viajan por el interior del mundo y vibran con la naturaleza y con todos los seres vivos que en ella habitan. Pueden fusionar su conciencia temporalmente con la de un animal y así a veces comunicarse con los humanos. También pueden entrar en las plantas, si estas han crecido silvestres en el bosque o el campo. Son hijas de la libertad, no existen barreras ni templos para ellas. Periódicamente regresan al Seno de la Diosa, en un plano profundo del intramundo, en un plano físico inaccesible para los humanos.
Las hadas pueden ser libertinas y caprichosas, pero no licenciosas o viciosas, pues en sus acciones siempre se someten al imperio del amor. En muchos relatos populares las hadas aparecen y prueban a los humanos, tentándolos con la codicia u otros defectos del alma, y sólo premian la virtud (valentía, desapego, humildad, servicio, fidelidad, etc).
Podríamos decir que las hadas son un fragmento de la conciencia de la diosa. Fluyen con la naturaleza pues suponen ser su parte espiritual o divina. Las hadas son un concepto difícil de traducir en nuestros parámetros del mundo científico moderno. No son en absoluto ángeles como hemos visto, sin embargo ¿como podríamos definirlas si las sacamos del contexto iconográfico y legendario de la imaginativa cultura celta? Parecen algo obsoleto o propio de mentes infantilizadas, pues responden a patrones ya fuera de lugar en nuestra civilización cibernética industrial.
Algunos pretenden fusionar la mística de los ángeles y la mística de las hadas, pero para mí es algo difícil o casi imposible, pues son personificaciones de principios metafísicos opuestos. Y aunque pretendamos hallar puntos de encuentro podemos engañarnos, pues en nuestro subconsciente cada una de esas mitologías activa fuerzas distintas.


En última instancia la cultura, tanto física como metafísica, tanto profana como sagrada, es la forma que nuestra mente tiene de entender, ordenar y relacionarse con lo que llamamos realidad. Cada uno posee su visión personal, pero debemos procurar superar nuestros límites y que esa visión sea cada vez más amplia y profunda. Tal vez algún día retornemos a conectar con el mundo perdido y mágico de las antiguas y eternas hadas. Ellas habitan un poliverso del cual hemos perdido las plateadas llaves y la puerta ahora permanece escondida y cerrada.
Primero con el avance de las religiones patriarcales monoteístas, y luego con la era de la ciencia materialista y el mundo moderno consumista, toda conexión con la realidad mágica ha desaparecido. Salvo infantiles ensoñaciones el ser humano moderno ha extraviado y quebrantado toda comunicación con la naturaleza profunda. Mientras el planeta pierde su biosfera nosotros perdemos también los vínculos que un día tuvimos con el mundo interior de la Diosa.



Autor: Kababelan

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