A mediados del siglo XVI, el miedo a las hadas fue sustituido por el miedo a las brujas, y las hadas, aunque pudieran seguir haciendo bromas pesadas (como el hinkypunk, o el Punk de Shakeaspeare), empezaron a ser consideradas más bien criaturas imaginarias generalmente benevolentes y amantes de la diversión, y bien dispuestas hacia los humanos.
Los cuentos de hadas, muchos y muy variados, nos hablan de reinos del bosque habitados por diminutas criaturas vestidas con hermosas telas azuladas, verdes y doradas. Aunque suelen parecerse a los humanos más guapos, las hadas son capaces de tomar aspecto de animales o volverse invisibles a su antojo.
Amantes de la música, danzan alrededor de las setas y hongos venenosos bajo la luz de la luna, tocando diminutas flautas y arpas. Muchas canciones populares de Escocia son, según se cree, cantos de hadas que unos gaiteros mortales aprendieron cuando llegaron al país de las hadas atraídos por unas bellísimas melodías. Los humanos que sucumben a la tentación de adentrarse en el reino de las hadas suelen perder la noción del tiempo, de modo que al regresar creen que sólo han estado allí un instante cuando en realidad han pasado años. De todos modos, los mortales que salen a buscar el país de las hadas, rara vez dan con él. Según dice la leyenda, el territorio de las hadas sólo se descubre por casualidad.
No todas las hadas llevan una vida de ocio y placer. Hay muchos cuentos tradicionales que hablan de hadas domésticas que prefieren vivir entre los mortales y ayudar en las tareas de la casa a cambio de un cuenco de nata o un pedazo de tarta cada noche. Es esencial conocer las normas de cortesía de las hadas, ya que se ofenden con mucha facilidad. Si no mantienes la chimenea limpia o intentas pagarles por sus servicios, quizá te demuestren su enfado volcando cubos de basura, rompiendo platos o haciendo que la vaca deje de dar leche. Sin embargo, es mejor no hacer caso de estos estallidos de mal humor, pues, en tiempos pasados igual que hoy en día, es difícil encontrar servicio.
Y a continuacion una preciosa historia...
LA LUNA Y LOS SUEÑOS
Cuenta una leyenda que una noche se fue la luna de puntillas y no regresó. Acostumbrados a verla, no levantaban nunca la cabeza y una de esas noches se fue, vestida de luna nueva, harta ya de bailar en los cielos para que nadie la viera. Cuando quisieron darse cuenta solo descubrieron entre las estrellas enormes telarañas de ausencia.
Sin la luna, se escondieron los duendes y las ninfas se aletargaron en sus lagos; los lobos dejaron de aullar al viento y se quedaron solo en lobos; y los hombres, solo en hombres. Sin la luna los sueños bostezaron largamente y los niños se durmieron sin poder despertar, asustados de vivir sin la compañía de los sueños, en soledad.
Se convocaron cónclaves, concilios y conferencias. Enviaron a los más intrépidos a buscarla entre altos mares y los más fuertes levantaron hasta la última piedra por si se hubiera escondido debajo. Los más sabios buscaron en los libros y los viejos en todos y cada uno de sus recuerdos, pero la luna no estaba por mucho que la buscaran. Preguntaron a los ricos, a los pobres, a los reyes, incluso a los dioses preguntaron, pero la luna nunca estaba allí dónde la buscaban.
Pasaron los días y las semanas y luego los meses y los años. Y los niños crecían dormidos y, ¡ay! no subían ya las sirenas a la playa para peinarse la cabellera de espuma y algas. No había sonrisas ni algarabías en los patios y los niños, echados en sus camas, sin la compañía de sus sueños, en soledad.
Cuenta la leyenda que los hombres, incapaces de ver por más tiempo el vacío que dejó en los cielos, prendieron del firmamento una luna de cartón. Por eso ahora ya no hay ninfas ni sirenas y los lobos son siempre lobos y los hombres, hombres. Porqué la luna que hoy vemos, no es aquella que una noche se fue de puntillas, llevándose todos los sueños, harta ya de que nunca la vieran.
Fuente: Recopilado en la Red.
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