miércoles, 17 de agosto de 2011

DICEN DE LAS HADAS...


Las historias que se cuenta acerca del origen de las hadas son tan diversas como las culturas de las que provienen esos relatos. Pero eso no significa que una historia sea más o menos exacta que otra: todas tienen el mismo grado de verosimilitud, porque en el reino de las hadas todo es posible.
¿Saben ustedes que las hadas festejan la fecha de su origen, como nosotros festejamos nuestro nacimiento?. Ellas tienen una fecha supuesta de cumpleaños porque, con el correr de los milenios, van perdiendo la memoria exacta del día o el año en que aparecieron en el mundo. Cuenta una leyenda que las hadas son ángeles caídos, o paganos muertos que no fueron lo suficientemente buenos como para entrar en el paraíso ni tan terriblemente malos como para entrar en el infierno, y están entonces obligados a vivir eternamente a medio camino.
Otra leyenda relata la existencia de las hadas en un lugar determinado de la tierra, que más tarde, por causas naturales, ya sea desastres climáticos o guerras entre mortales, tuvieron que huir y dispersarse por todo el mundo.
Lo que es claro es que las hadas derivan de los espíritus de la naturaleza, que conviven en armonía con ellos y que se relacionan íntimamente con la propia naturaleza. Quizás hayan existido las hadas y demás gente Menuda mucho antes que los seres humanos. Con la aparición de los hombres primitivos, debieron volverse invisibles para sobrevivir a su brutalidad. Las hadas, podemos confirmarlo, fueron dueñas de la Tierra antas que los humanos.

Los escandinavos antiguos, esa bella raza de guerreros imbatibles y navegantes audaces que llamamos habitualmente “vikings”, son poseedores de un tesoro de historias como pocos pueblos de la antigüedad han tenido.
Entre esas historias hay una leyenda que explica el origen de los seres mágicos: El cadáver del gigante Ymir yacía en el medio del Mithgarth (la fortaleza de la tierra) y, así como todo provino de él (su carne fue la tierra, su sangre fue el mar, sus huesos fueron las rocas, su calavera fue el cielo y sus cabellos fueron los árboles), así también sucedió que los gusanos que salían del cadáver se transformaron en elfos claros y oscuros. Los elfos claros fueron las elfinas, habitantes del aire, bondadosas y felices; y los elfos oscuros son malignos y tramposos, y tienen sus dominios en regiones subterráneas.
Existe también una leyenda islandesa teñida ya por el cristianismo, que cuenta que cierta vez estaba Eva a orillas de un río lavando a sus hijos, cuando de pronto Dios le habló. Asustada, Eva escondió a los hijos que todavía no había lavado. Entonces Dios le preguntó si con ella estaban todos sus hijos y Eva respondió que sí. Dios entonces la advirtió que aquellos que le había ocultado quedaría también ocultos para todos los hombres. Estos niños ocultos se convirtieron en hadas o elfos, a los cuales en los países escandinavos se los denominó “raza huldre”.
Las jóvenes huldre son de una belleza casi sobrenatural, pero tienen largas colas de vaca. Según otras versiones, sólo son hermosas de frente porque por detrás aparecen hundidas, respondiendo así al engaño que fue su origen.

¿Dónde viven las hadas?
Las hadas viven en las flores. Sus moradas preferidas son los lirios, las azucenas y las campanillas. También podemos hallar sus habitáculos en las violetas, donde descansan las más modestas de las hadas, o en las margaritas, desde donde deciden los destinos del amor, en el “me quiere, no me quiere” de los pétalos.
En los tréboles de cuatro hojas podemos encontrar raramente diminutas florecillas; allí también viven las hadas. Cuando se enamoran se mudan de casa, de flor, y se van a vivir a los pensamientos.
En estos sitios tan gráciles y gentiles, encuentran las hadas también sus alimentos. Sí, claro que las hadas necesitan alimentarse. Lo hacen de miel y polen de las flores en las que viven, así como del primer rocío de la mañana, y del elixir mágico que hacen con néctar y una gota de leche de oveja que ordeñan sin que jamás se haya sabido de un pastor que las haya visto hacerlo, excepto que ellas quisieran que así suceda. Pocas cosas hay más sorprendentes que un hada enamorad de un pastor.

Son enemigas de la carne. Tampoco ingieren pascado. Ya dijimos que les encanta la leche de oveja, pero es imprescindible agregar que al ser ordeñadas por un hada las ovejas se complacen de dicho acto, y se afirma que la leche de estos animales, ya ordeñados por las hadas, tiene un gusto único. Los pastores reconocen esa leche con sólo probarla. “Es leche con hadas”, dicen, y aseguran que tomarla prolonga la vida.
También las hadas pueden vivir en cualquier pétalo de rosa amarilla, el vehículo que utilizan para entrar en las ciudades de hombres. La delicada textura y el color de la rosa amarilla se confunde con las ingrávidas formas y tenues alas de las hadas, y así es como ellas ingresan en las grandes urbes para, con su natural carácter travieso, enamorar de tanto en tanto a un oficinista que creerá haber perdido la razón. Y la habrá perdido, en cierta forma. Porque no es sencillo amar a alguien que suspira desde un pétalo de rosa amarilla y nos sonríe con campanas inaudibles.
Además de estos habitáculos, existe, por supuesto, el lugar conocido como “El reino de las hadas”. Este maravilloso reino se sitúa a veces bajo nuestros pasos, a veces sobre el horizonte y en otras ocasiones en nuestro propio hogar.

En otras épocas se creía que el país de las hadas tenía una referencia geográfica exacta donde ubicarlo. Los galeses lo hallaban en el norte de sus montañas, o en la misteriosa península de Pembrokeshire, o en una isla en el canal de Irlanda. Hubo crónica de marinos galeses que desembarcaron en dichas tierras, y que al querer regresar nunca más lo consiguieron. A esa isla los irlandeses la llamaban Hy Breasail.
Para los británicos la isla fantasma de las hadas era la isla de Man. El rey Arturo fue coronado en este lugar: fue llevado allí herido de muerte, sin esperanza alguna, para que lo trataran cuatro hadas reinas. Este reino estaba en la isla de Avalon. Arturo, con sus caballeros, yacen en el corazón de una mágica montaña, sumergidos en un profundo sueño, del que despertarán cuando el universo los necesite, para regir sus destinos y enderezar sus caminos.
Las Hadas otras formas de congraciarse son:
• Dejar en el jardín o en el balcón, un cuenco con miel.
• Plantar enredaderas y arbustos con flores, especialmente, aquellos que tengan formas de campanillas.

• Dejarles cerca una flauta, pues es uno de los instrumentos musicales favoritos de Las Hadas. Si no tiene, deje cualquier otro instrumento musical.

• Poner un espejo para que Las Hadas puedan mirarse o reflejarse en él.

• Hacer un estanque en el jardín que tenga plantas y flores para que puedan disfrutar del agua.

• Las Hadas son seres a los cuales les encantan los regalos, es por eso que se le puede dejar como obsequio, pequeños objetos dorados o adornos brillantes.

1 comentario:

  1. BELLISIMO AMIGA, LES DEJARE UN REGALITO, DE SEGURO EN EL JARDIN DE MI MAMI DEBE HABER ALGUNA HADITA, PERO AHORA EN INVIERNO ¿DONDE ESTAN?
    BESITOS

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