domingo, 21 de agosto de 2011

ESPIRITUS DE LA NATURALEZA...

Espíritus de la naturaleza

Algunos creen que existen seres invisibles que controlan los elementos, ellos son los silfos, duendes y hadas
Nos hemos acostumbrado a ver las plantas, la perfección de los minerales, pero ¿nos hemos detenido a pensar cómo ocurren las transformaciones de la naturaleza?
Para los Rosacruces está labor está encomendada a seres invisibles denominados silfos, ondinas, gnomos, hadas, duendes y duendecillos que son invisibles para los ojos humanos y existen en una "cuarta dimensión".
Según Max Hendel, famoso rosacruz, las plantas y minerales sin manipuladas por los gnomos, las aguas las manejan las ondinas, los vientos los producen los silfos y las llamas del fuego las producen las salamandras.
"El hombre no ve los trabajos de estos seres invisibles, pero sí ve sus efectos. Es así como podemos apreciar que una flor va abriéndose y sentimos su grato perfume, así como saboreamos los frutos de las plantas sin saber cómo se han producido", señala Hendel.
Las plantas son manipuladas hábilmente por los gnomos, seres pequeños, enanitos, los cuales fabrican la verde clorofila de las hojas y dan a las flores esa multiplicidad de matices deliciosos y precisos que constituyen la delicia de los ojos.
Son también los gnomos quienes cortan lo cristales de los minerales y forman las gemas que brillan con el brillo de resplandecientes diademas. Sin ellos no existirían el hierro ni el oro con qué pagarlo.
Estos diminutos seres invisibles se encuentran por todas partes y son mas trabajadores que las abejas.
Los hombres han tratado una y otra vez de ofrecer una explicación adecuada de los fenómenos de los vientos y las tormentas, pero no han encontrado la correcta respuesta. Pero si pudieran ver a las legiones de silfos aleteando de un lado a otro, sabrían quiénes causan la variabilidad de los vientos.
Y si pudieran ver una tormenta en el mar desde el punto de vista etérica, observarían que lo que se llama "la guerra de los elementos", no es una frase vacía, porque el mar es realmente el campo de batalla entre silfos y ondinas y los rugidos de las tempestades no son mas que gritos de guerra de los espíritus del aire y de las aguas, indica Hendel.
Sabemos que el calor del sol provoca la evaporación de las aguas de los ríos y mares, haciéndolas ascender a las zonas mas frías del aire, donde se condensan, forman nubes, las que finalmente se encuentran tan saturadas de humedad que caen sobre la tierra para rellenar ríos y mares.
Pero, ¿eso es todo? ¿No hay un sinnúmero de vacíos en esta información? Para Hendel hay que tener en cuenta la acción semi inteligente de los silfos que elevan las partículas del agua vaporizada tan alto como pueden, hasta que las ondinas las fuerzan a soltarlas.
De vez en cuando intervienen también las salamandras, sin cuyo concurso no se puede prender fuego, las que encienden las antorchas resplandecientes del hidrógeno y el oxígeno, para producir los atronadores zigzagues de los rayos, cuyas vibraciones reverberan y aclaran la atmósfera, mientras que las ondinas arrojan las gotas de agua para que pueden ser restituidas en su elemento propio.
En el solsticio de invierno, en que los días son más cortos y las noches más lagas, los espíritus de la naturaleza fertilizan millones de semillas, las riegan y cuidan para que haya alimento físico para la humanidad.
A los espíritus de la naturaleza sólo los pueden ver en sus interesantes labores los que poseen la facultan de la clarividencia. Sólo ellos pueden internarse en esa discutida "cuarta dimensión" y observar todo un mundo sorprendente, con una actividad inusitada que no podemos ni imaginar, sostieen Hendel.
Lo curioso es que estos seres invisibles son mencionados en las antiguas leyendas y los vemos frecuentemente en los dibujos animados en que los representan tal como son.
Otro punto interesante es que estos seres invisibles son "guiados" por seres de gran elevación que cuidan de los humanos proporcionándoles el alimento y el abrigo que necesitan.

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