sábado, 1 de octubre de 2011

LOS UNICORNIOS...




A medio camino entre la realidad y el mito,
el Unicornio se ha perpetuado
en el imaginario popular
desde los oscuros inicios de la humanidad.
Tal vez jamás sabremos
si verdaderamente existió
o si es sencillamente
un ser mitológico
nacido de la fantasía artística,
literaria y folklórica...




Los Unicornios
Se cuenta que son seres solitarios,
que viven apartados
y a los que el resto de los animales respeta.
Se dice también que no se dejan ver
más que por los puros de corazón,
y que entre ellos, solo los más puros,
los hechos de bondad y ternura,
solo esos pueden tocarlos.
Las leyendas cuentan que los Unicornios,
tan hermosos,
tan sabios,
tan majestuosos,
tenían un punto débil (o no tanto, tal vez...)
Siendo amantes de la belleza,
a veces se dejaban llevar
y cambiaban su libertad por el cariño
y los cuidados de alguna dama hermosa,
convirtiéndose casi en un animal doméstico
que acudía a visitarla a la misma hora a su jardín.
Por eso son frecuentes las imágenes
que les retratan cerca de doncellas,
dejándose cuidar por ellas.
Los primeros registros sobre los unicornios  provienen de la India, donde con frecuencia describen a una criatura de un solo cuerno la cual llamaban El Asno Salvaje de India. Sin embargo, la tradición hindú nunca le dio el mismo estatus que el occidente le dio. 


En China pasó a llamarse Ch’i-lin (Ch’i se le llamó al macho, y Lin a la hembra) y al igual que el occidental, fue descrito como indomable pero de gran sabiduría y gentileza. El Libro de los Derechos describe al Ch’i-lin como "El rey de todos los animales". Tenía un sólo cuerno, con punta de carne, en señal que este no era un arma que usaba en las luchas. 
En su lomo se podían apreciar los más hermosos colores, como el rojo, amarillo, azul, blanco y negro. El pelaje de su estomago era amarillo oscuro, no comía la hierba que pisaba, ni criaturas vivientes. Su paso era regular y sólo se detenía en tierras que había examinado cuidadosamente. No vivía en manadas y nada (ni nadie) acompañaba sus pasos. Y sólo aparecía cuando los gobernantes habían sido justos, y así Ch’i-lin guiaba sus almas al cielo cada vez que uno de ellos fallecía … 

Fuentes : Recopilado en la Red.

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