miércoles, 21 de septiembre de 2011

LOS PIXIES...



Los pixies son pequeños duendes de color verde claro, aunque a veces pueden adoptar formas de animales o híbridos. Suelen ser bastante traviesos cuando se intenta convivir con ellos.
Les encanta robar caballos y poneys de Dartmoor (Inglaterra) durante la noche y cabalgarlos alocadamente a través del páramo, retorciendo y enredando sus crines para espolearlos.
Ni siquiera dentro de casa se está a salvo de ellos, ya que les gusta perseguir a las mozas de la cocina arrojándoles cacerolas.
Aunque gozan con su diversión, los pixies pueden ser grandes trabajadores, y con frecuencia trillan el trigo por la noche para verse recompensados con pan y queso.
Sin embargo, un labrador agradecido, al observar que el pixie que le había trillado el trigo iba vestido de harapos, convenció a su esposa para que le hiciese un diminuto traje. Lo dejaron donde el pixie pudiera verlo al iniciar su labor nocturna. El pixie, al ver aquel atavío recien hecho, se lo puso y olvidándose de trillar, exclamó:”Chaqueta nueva, chaleco nuevo, calzones nuevos!¡Orgulloso tú, orgulloso yo, a trabajar no vuelvo!”Y no trabajó, dejando al labrador pesaroso de su bondad.
Algunas veces, a los extravíos de gente en Irlanda se le atribuye a un mágico penacho de hierba o césped engañoso que, al pisarlo, provoca un hechizo. Bajo su influencia, lo corriente es que al tratar de atravesar un campo, se advierte que un portillo de salida que resultaba perfectamente visible al entrar, ha desaparecido de pronto y por muy ordenada que sea la búsqueda entre los setos circundantes, no revelará su situación.


Hay otros casos en que un caminante se encuentra bruscamente encaminado en una dirección totalmente distinta del camino que deseaba seguir, y por mucho que quiera rectificar su curso, no podrá corregirlo.
 El hechizo puede expulsarse por el método tradicional de volverse la chaqueta del revés y llevarla de este modo.
Todos estos casos se los relaciona con los pixies, posiblemente por la mala fama de enredadores y juerguistas.
En los primeros años del siglo XIX, su contacto con humanos normales se había vuelto infrecuente. En Cornwall de Drew se encuentra esta observación:La edad de los Pixies, como la de la caballería, ha pasado. Es difícil que haya una casa que tenga la reputación de recibir sus visitas. Aún los campos y las colinas que frecuentaban ahora parecen abandonados. Su música es raramente oída."


Fuente: Recopilado en la red.

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